Una educación que busca la unidad entre Fe y Razón

Así como perfeccionamos las ciencias, debemos perfeccionar la moral, sin la cual el saber se destruye. (Isaac Newton)







domingo, 1 de mayo de 2011

El liderazgo ético







Por D. Alfred Sonnenfeld*


Liderazgo ético: Fundamentos de la grandeza humana en tiempos de crisis y decadencia



La silueta del sabio, del buen líder, muestra un único perfil; en todas sus acciones se presenta de modo idéntico porque, sobre todo, el líder es coherente. El buen líder inspira confianza precisamente por llevar una vida coherente. Esa coherencia que en nuestros tiempos aparece con frecuencia como una provocación, es la que nos hace ser verdaderos líderes, en primer lugar de nosotros mismos y, en segundo lugar de los demás.



Es un hecho conocido que la capacidad de discernir entre lo justo y lo injusto puede adulterarse cuando interviene nuestro interés personal. A menudo advertimos cómo alguien, cuando anda de por medio su propio interés, no sólo es menos minucioso con la honradez de su conducta, sino que llega a perder el fino sentimiento que tenía de ella cuando no se hallaba en juego su beneficio personal, que le ha llevado a volverse ciego para ciertos valores en esa determinada situación. Su mirada hacia los valores se ha enturbiado y se ha vuelto insensible, porque le falta haberse familiarizado con los valores.

El gran pensador griego Aristóteles denominaba “Eudaimonia”, llevar una vida lograda en su totalidad. A la ética, a la moral, le interesa el Bien no tan sólo bajo un aspecto sectorial como sería la medicina o la economía o la arquitectura o el arte sino el bien en su totalidad. Una perspectiva específica de la ética es el liderazgo, que podríamos definir como aprender a vivir de modo que mi existencia alcance la plenitud a la que está destinada en su totalidad.

El buen líder no nace como tal: llega a serlo a través del esfuerzo de sacrificar su egoísmo precisamente cuando nadie le puede obligar a ello. La autoridad se adquiere con la forja del propio carácter y no se impone sino que se inspira a los demás. El poder sólo es capaz de influir a través de la coacción externa. Si el director de una empresa se limita a echar mano del poder que ejerce sobre sus subordinados, estaría recurriendo a la famosa política del “palo y la zanahoria”: hay que colgar la zanahoria (recompensa) delante de los subordinados para motivarles y transmitir una razonable cantidad de temor con el palo (castigos o pérdida de trabajo) si no se logra realizar lo encomendado. La autoridad, por el contrario, es la capacidad que tiene una persona para apelar eficazmente a motivos trascendentes de otras personas.

Un aspecto importante de la honestidad es ayudar a las personas no sólo a que desarrollen todo su potencial, sino también a que asuman responsabilidades y de ese modo sepan trabajar en equipo. La confianza es un requisito importante para decidir sabiamente. Otra forma de honestidad es liberarse de conductas incoherentes tales como la falta de fiabilidad, las murmuraciones, trapisondas, difamaciones o traiciones.

François Michelin dijo una vez: “Cada vez que me encuentro con alguien, me pregunto: ¿Cuál es el diamante que se halla oculto en él? Todos esos diamantes que nos rodean componen una fantástica corona cuando uno sabe verlos”.

El verdadero líder ha de ser una persona virtuosa. No se trata por tanto de que las consecuencias de su actuar sean estratégicamente correctas, sino de que él viva lo que está diciendo y aconsejando. Las virtudes perfeccionan al hombre en su totalidad y no solamente bajo un aspecto sectorial. La persona virtuosa ve más y establece correctamente la jerarquía de valores. No se deja engañar por un plato de lentejas como lo ocurrió a Esau. La virtud de la prudencia nos ayuda a ver aquellas cosas que son relevantes para la vida considerada como un todo, como vida humana. Es la sabiduría la que conduce a la vida lograda y que perfecciona la capacidad ejecutiva del hombre.

Los líderes de empresa a menudo se definen como grandes visionarios, planificadores estratégicos, expertos en organización y genios tácticos. Esta tendencia a glorificar sólo sirve para hacerlo más distante e inalcanzable para los padres, jefes, formadores, maestros etc. No debemos olvidar que, cuando aceptamos ser líderes, asumimos libremente una gran responsabilidad. Pensemos en la tremenda responsabilidad de ser padres, maestros, formadores, sacerdotes. El impacto a veces tan grande que tienen sobre otras personas. Los líderes tienen que decidir si están ó no están dispuestos a dar lo mejor de sí mismos por aquellos a los que dirigen. El líder con excelencia está dispuesto a involucrarse por aquellos que dependen de él; tiene un interés personal en que sean verdaderamente felices y para ello ha de saber servirles. Quien no sirve a los demás acaba sirviéndose de ellos. El servicio engrandece al hombre que lo practica porque lleva consigo una gran capacidad de vencerse a sí mismo y un aprecio grande a los demás.

El líder ha de trascender su propio mundo, salir de sus cosas, para poder así entrar, con empatía, en el mundo de sus subordinados, haciéndose disponible. Al contemplar a Madre Teresa de Calcuta en su deseo de servir a los moribundos abandonados en medio del ajetreo de las calles, nos preguntamos porqué esos desvelos? Lo que la mueve a trabajar por los abandonados y despreciados sólo se puede expresar con una palabra: amor. Con el amor se está tomando partido decididamente por el amado

Aquí percibimos el verdadero motor de nuestras acciones, la fuerza que, sin desfallecer, nos empuja hacia esa meta de llegar a ser un buen líder. Cuanto más amor ponemos en nuestras acciones, mayor bien hacemos a los demás y, en consecuencia, mejores personas nos vamos haciendo. Es decir, que, sin temor, puede afirmarse que el mejoramiento ético de una persona depende de sus acciones libremente orientadas a ayudar a otras.

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* D. Alfred Sonnenfeld visitará nuestro colegio el día 26 de mayo, jueves, a las 17:30 horas para impartir una conferencia que se enmarca dentro del plan de formación de nuestros profesores y padres.